Y hoy que no lo tengo, hoy que no está más a mi lado, solo puedo pensar en lo mucho que me enseño, lo mucho que me quiso, lo mucho que me consintió. En mis primeros patines (de ruedas de metal), en mi primera bicicleta (apache), mi primera ida al cine (tarzán el hombre mono), mi primer libro (antología de la revolución mexicana ilustrada), mi primer disco (Estela Nuñez), mi primera computadora (Acermate DX2); Mi primera gran pérdida.
Te quiero tanto abuelito. Pero a diferencia de León Felipe en ¡Que lastima!, que se lamenta por lo que no tiene o no tuvo, de no haber tenido un retrato de un abuelo que ganara una batalla, ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada! Ni una casa solariega y blasonada.
Yo no me lamento!
Yo si tuve un abuelo que ganara mil batallas, que defendiera los derechos de las minorías, que fundara escuelas en Quintana Roo, que dedicara su vida a la eduación, que defendiera posturas de izquierda, cuando ser izquierdista era ser apestado o enemigo de la república, que formara una familia en la liberdad de expresión, que nos enseñara a apreciar el trabajo, a esforzarnos más, a pensar diferente, a tolerar, A no ver a los menos privilegiados como menos humanos o menos personas.
GRACIAS Abuelo;
Agradezco haber sido tu nieto (el consentido lo se!) y tener tu sangre en mis venas.
Honro tu memoria todos los días siendo un buen ciudadano, profesional y amigo; Queriendo mucho a tu "Rubiales", a tu amor de ojos azules, a mi chichí Elda María Zozaya y Peniche.
Desde Mérida, hasta ahí en donde estés te mando un beso y todo mi cariño.
Cuidame y guíame siempre. Siempre.